"Desde el 1 de marzo en Valencia, todo el mundo tiene una cita a las dos en la plaza del Ayuntamiento para ver la mascletà, la sinfonía del ruido. Las mascletà es un espectáculo para los sentidos: se oyen los "masclets", se ve el fuego y el humo y se huele la pólvora, pero sobre todo se siente la vibración que sube por las piernas y recorre todo el cuerpo.
El día 15 de marzo empieza la plantà y el 16 a las ocho de la mañana ya está cada falla en su lugar, más de 700 monumentos algunos de 25 metros de altura. Ese es el momento en el que las fallas transforman la ciudad y la gente la recorre de falla en falla. Es imprescindible ir a la falla del Ayuntamiento, la única fuera de concurso y la última en caer pasto de las llamas. De las 700 fallas con miles de ninots sólo uno se salvará del fuego gracias al sufragio popular: el ninot indultat que pasará al Museo Fallero.
Los días 17 y 18, las flores y la Virgen dels Desamparats son las protagonistas del acto más emotivo para los falleros: la Ofrenda. Cientos de falleros, ataviados con el traje regional, desfilan desde su falla con sus bandas de música hasta la Basílica de la Virgen para ofrecer sus flores a la Cheperudeta, como la llaman los valencianos, y hacer con ellas su manto. Las falleras mayores son las últimas en ofrecer las flores a la Virgen. Ese día, una cita obligada es la Nit del Foc, un espectáculo pirotécnico lanzado desde la Alameda, que ilumina la noche del cielo valenciano con cientos de colores.
El día 19, la última jornada festiva en la que toda acaba y todo empieza, es un día agridulce lleno de música, de armonía, de esplendor, de fuego, de ruido, de tristeza y alegría, un día en el que todo acaba con el fuego pero empieza de nuevo, cual ave fénix, con las cenizas. Esa noche en Valencia ya se sueña con las Fallas de 2010."
El día 15 de marzo empieza la plantà y el 16 a las ocho de la mañana ya está cada falla en su lugar, más de 700 monumentos algunos de 25 metros de altura. Ese es el momento en el que las fallas transforman la ciudad y la gente la recorre de falla en falla. Es imprescindible ir a la falla del Ayuntamiento, la única fuera de concurso y la última en caer pasto de las llamas. De las 700 fallas con miles de ninots sólo uno se salvará del fuego gracias al sufragio popular: el ninot indultat que pasará al Museo Fallero.
Los días 17 y 18, las flores y la Virgen dels Desamparats son las protagonistas del acto más emotivo para los falleros: la Ofrenda. Cientos de falleros, ataviados con el traje regional, desfilan desde su falla con sus bandas de música hasta la Basílica de la Virgen para ofrecer sus flores a la Cheperudeta, como la llaman los valencianos, y hacer con ellas su manto. Las falleras mayores son las últimas en ofrecer las flores a la Virgen. Ese día, una cita obligada es la Nit del Foc, un espectáculo pirotécnico lanzado desde la Alameda, que ilumina la noche del cielo valenciano con cientos de colores.
El día 19, la última jornada festiva en la que toda acaba y todo empieza, es un día agridulce lleno de música, de armonía, de esplendor, de fuego, de ruido, de tristeza y alegría, un día en el que todo acaba con el fuego pero empieza de nuevo, cual ave fénix, con las cenizas. Esa noche en Valencia ya se sueña con las Fallas de 2010."
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