domingo, 30 de mayo de 2010

LAS SENCILLAS GENTES

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Explicación de la crisis de una forma sencilla, para que la gente sencilla la entienda:


Un buen señor se dirigió a una aldea donde nunca había estado antes y ofreció a sus habitantes 100 euros por cada burro que le vendieran.

Buena parte de la población le vendió sus animales.

Al día siguiente volvió, y ofreció mejor precio: 150 por cada burrito. Otro tanto de la población, vendió los suyos.

A la vez siguiente, ofreció el doble al resto de la gente que vendió los últimos burros de la aldea. Al ver que no había más animales, ofreció 500 euros por cada burrito, dando a entender que los compraría a la semana siguiente, si los hubiera, y se marchó.



Al otro día mandó a su ayudante con los burros -que él mismo había comprado- a la misma aldea, para que los ofreciera a 400 euros cada uno.

Ante la posible ganancia en perspectiva, todos los aldeanos compraron estos burros a 400 euros, y quien no tenía el dinero, lo pidió prestado. De hecho, compraron todos los burros de la comarca.

El ayudante, y el buen señor, desaparecieron tras esta operación, y de ellos nunca más se supo.



La aldea quedó llena de burros y sus compradores endeudados.

Los que habían pedido prestado, al no vender los burros, no pudieron pagar el préstamo.

Los que habían prestado el dinero se quejaron al Ayuntamiento, diciendo que si no cobraban, se arruinarían ellos, y que entonces no podrían seguir prestando, y se arruinaría todo el pueblo.

Para que los prestamistas no se arruinaran, el Alcalde, en vez de dar dinero a la gente del pueblo para pagar las deudas, se lo dio a los propios prestamistas. Pero estos, una vez cobrado gran parte del dinero, no perdonaron las deudas a los del pueblo, y todo el mundo siguió igual de endeudado.

El Alcalde dilapidó el presupuesto del Ayuntamiento al dárselo a los prestamistas, y éste quedó también endeudado. Entonces pidió dinero a otros ayuntamientos, pero estos le dijeron que no podían ayudarle, porque, al estar en la ruina, no era fiable, y que probablemente nunca cobrarían después si le prestasen.



Los listos del principio, se forraron. Los prestamistas, con sus ganancias ya resueltas, siguieron cobrando a un montón de gente, lo que les prestaron, más los intereses; incluso se adueñaron de muchos burros, pero como estaban devaluados, nunca llegaron a cubrir del todo la deuda. Mucha gente quedó arruinada, y sin burro, para toda la vida. El Ayuntamiento, igualmente resultó arruinado.



Para solucionar todo esto, salvar la crisis, y mantener la buena imagen del pueblo, el Ayuntamiento bajó el sueldo a sus funcionarios.




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