domingo, 10 de febrero de 2008

CONFESAR


Me gusta caminar con los cabellos
cayendo despeinados por mis hombros,
así me divierto corriendo el riesgo
de vuestro otoño sin arroyos.
Me gusta recibir en pleno rostro
la súbita punzada de la injuria,
para sentirme vivo la soporto
bajo la protección de mi armadura.
Y me vuelve a la mente aquel paisaje
que las cañas y el musgo han sumergido
y el amor de los míos que no saben
que han tenido un poeta en vez de un hijo,
Que me quieren lo mismo que a los aires,
a la lluvia y a todo cuanto tocan,
raro será que quien me ofenda escape
a la punta de su horca.
Pobrecitos mis padres aldeanos,
tan ancianos y siempre temerosos
del Señor de los Cielos procelosos,
pueblerinos que nunca comprendieron
que su hijo querido y solitario
es el primer poeta de estos pagos,
y con zapatos como una patena
y sombrero de copa se pasea.
Más sobrevive en él la cortesía
del típico golfillo campesino
que, ante el cartel de una carnicería,
le hace una reverencia al solomillo.
Y cuando encuentra algún cochero,
su pobre cuna le vuelve a la memoria,
y quisiera a la cola del jamelgo
llevarla como el velo de una novia.
A la patria la amo,
aunque enferma, de troncos oxidados,
adoro los hocicos de los puercos
y los suspiros de los sapos.
Estoy enfermo de infancia, de recuerdos,
de blancos crepúsculos de invierno,
el acero se curva con el fuego
para sentir calor y sueño.
A la cumbre del árbol yo trepaba
para robar los huevos de los nidos,
¡quién sabe si las copas siguen altas!
¡quién sabe si los troncos se han podrido!
Y tú, querido perro, pobre amigo,
viejo y ciego, vencido por los años,
das vueltas y más vueltas sin sentido
por la complicidad de los establos.
Y me encanta mi pinta de golfante
cuando en casa robaba unos mendrugos
y los comía con cualquier tunante
o quizá con un perro vagabundo.
Yo jamás he cambiado,
pienso y siento lo mismo de lo mismo,
se me escapan los versos de las manos,
en busca de otro sueño como el mío.
Buenas noches. Los ojos del silencio
me acechan desde el filo de la bruma,
tras mi ventana crecen los deseos
de gritar contra la luna.
La noche es tan hermosa
que pienso que morir no dolería,
¡qué importa si mi espíritu es perverso
si mi pecado me hace compañía!
Pegaso cansado y visionario,
tu galope carece ya de cura,
vine como un maestro solitario
y ya no canto más que miniaturas.
De mi cabeza de uvas maduras,
va goteando el vino en cabellera,
quiero ser una vela de fortuna
rumbo a un país sin nombre ni bandera.



Confessioni di un Malandrino (1993)
Angelo Branduardi


http://es.wikipedia.org/wiki/Angelo_Branduardi

7 comentarios:

Anónimo dijo...

¡qué importa si mi espíritu es perverso
si mi pecado me hace compañía!


Buenos días, hace una mañana agradable, de esas mañanas para pasear sin prisa.....

un abrazo. pepe.

La Cibeles dijo...

...un buen retrato humanoide...¿no?

Buenos días para tí, ayer hacía tanto calor que ya no era normal...a ver si las cigüeñas se han ido a un sito más estable...

:-)


¿Como van los preparativos?

:-)

La Cibeles dijo...

Con:

"Yo jamás he cambiado,
pienso y siento lo mismo de lo mismo,
se me escapan los versos de las manos,
en busca de otro sueño como el mío"


me quedo yo...

Anónimo dijo...

Los preparativos bien, somos un poco anárquicos, pero bueno bien, ya quedan pocos días.

Ojala tengamos un bonito cielo azul.

un abrazo.

pepe.

La Cibeles dijo...

Pues si se pone uno, hay que ponerse en serio...para que no haya bromas con el asunto...

:-)

Anónimo dijo...

Siempre he oído en casa decir malandrín..., no supe si era por literatura juvenil parental -italiana, quizás-, y en América Latina el término está muy extendido.

Lo único que encuentro es la prisión de Malandrino en la costa interior de Grecia en la zona de Fokida.

Supongo que alguna vez resolveré el enigma
?¿ ?¿ ?¿

La Cibeles dijo...

Malandrín a mi me suena a ladino, será cosa de mirar.

Malandrino: pícaro