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La conmemoración de todos los fieles difuntos se celebra en la Iglesia Católica el 2 de noviembre o, si éste es domingo, el 3 de noviembre, (no se puede celebrar misa de exequias o de difuntos en domingo).
La base teológica de la fiesta es la doctrina de que las almas que al partir del cuerpo no están limpias de pecados veniales, o no han reparado totalmente las transgresiones del pasado, quedan en el Purgatorio, (la estancia en el purgatorio no puede prolongarse en el tiempo hasta más allá del Juicio Final) y el creyente en la tierra puede ayudarles con las oraciones Oficio de Difuntos y las Misas de Réquiem.
La conmemoración de todos los fieles difuntos se celebra en la Iglesia Católica el 2 de noviembre o, si éste es domingo, el 3 de noviembre, (no se puede celebrar misa de exequias o de difuntos en domingo).
La base teológica de la fiesta es la doctrina de que las almas que al partir del cuerpo no están limpias de pecados veniales, o no han reparado totalmente las transgresiones del pasado, quedan en el Purgatorio, (la estancia en el purgatorio no puede prolongarse en el tiempo hasta más allá del Juicio Final) y el creyente en la tierra puede ayudarles con las oraciones Oficio de Difuntos y las Misas de Réquiem.
Tengo en la memoria el recuerdo de mi fascinación infantil por las "lamparillas", ("mariposas") pequeñas velas de cartón sobre una ruedecita de corcho atravesadas por una mecha, y flotando sobre el aceite de un tazón. Aunque las velas se encienden normalmente como símbolo de devoción ante las imágenes religiosas, en mi familia se encendía una lamparilla por cada miembro difunto; con el tiempo, no he podido menos que relacionarlo con las velas de Janucá y la historia del jarrito cuyo aceite se consumió sólo después de ocho días.
La Almudena
San Isidro
San Justo
Los demás (págs. 6 y 7)
Etiquetas:Vivos y Difuntos
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